lunes, 22 de septiembre de 2008

When disaster strikes: Lolo Ferrari


Hay vidas que son tan desgraciadas que consiguen trascender el mundo adulto y ser conocidas por gran parte de la sociedad. Un buen ejemplo de esto es la vida de Lolo Ferrari.

Nació en Clermont-Ferrand un pueblecito de Francia y adoptó el nombre artístico de Lolo (tetas en francés) Ferrari (por su abuelo materno). Empezó siendo modelo, luego bailarina erótica, se hizo famosa en el año 1995 por su aparición en Cannes publicitando su película Camping Cosmos, grabó singles musicales, apareció en multitud de programas de TV (algunos se acordarán de su aparición en Crónicas Marcianas), rodó porno, fue nombrada por el Guiness de los Records como la mujer con los pechos más grandes del mundo y litigó en los tribunales con la marca de coches Ferrari por querer sacar una línea de lencería con ese nombre.

Hasta aquí sus logros. A partir de aquí su desgracia.

Muchas veces uno contempla ciertos personajes como monstruos de feria ("frikis") y no se plantea como han llegado a superar ciertos límites. En el caso de Lolo, hay dos personajes que sin duda marcan toda su vida: su madre y su esposo.

Lolo confesó en una entrevista que su madre le decía de pequeña que era fea y estúpida y ella misma confesó tras la muerte de su hija: "fui una madre horrible, odiaba mi cuerpo y quería que ella también lo odiara y también se odiara a sí misma".

Por otro lado, su marido Eric Vigne la conoció muy joven, se casó con ella y fue su manager y su chulo. Según una amiga de Lolo, un hombre trastornado que intentó convertirla en la mujer que él mismo quería ser.

El resultado de tan nefastas influencias fue el siguiente:
- 6 rinoplastias
- 5 aumentos de pecho (llegó a una talla 130)
- 4 intervenciones de boca-labios
- Inyecciones de colágeno en mejillas, labios y frente

Como apunte significativo podemos señalar que en su último aumento de pecho, se precisó la ayuda de un ingeniero para diseñar la operación de tal modo que no se le afectara la columna, cosa que a la postre no se pudo evitar. Se vio obligada a llevar un sujetador con estructura metálica día y noche y a tratarse diariamente con analgésicos y antiinflamatorios para aliviar los dolores hasta el mismo día de su muerte.

En el año 2000, a sus 37 años apareció una mañana muerta en su casa. En un principio se sospechó de sobredosis según la declaración del marido, que llegó a afirmar que ella misma estaba preparando su entierro. La sorpresa llegó 2 años después donde un informe forense reveló que había fallecido por asfixia mecánica. El marido ingresó en prisión durante un año, pero fue finalmente liberado porque no se consiguió demostrar que había sido asesinada por su marido y no por el peso de sus enormes pechos.

Esperemos que ya por fin descanse en paz.

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