jueves, 11 de septiembre de 2008

Evil Breed: The Legend of Samhain


Como lo prometido es deuda, aquí va la pequeña crítica del último film de ¿terror? con estrellas porno venidas a menos que he tenido ocasión de sufrir.
El director Christian Viel, muy conocido en su casa a la hora de comer, tira la casa por la ventana y nos ofrece un cast con no una, ni dos, sino hasta ¡cuatro! ex-estrellas del porno, entre las que destaca la ex-diva Jenna Jameson. Curioso caso el de Jenna, cabeza de cartel y "cover-girl" de una cutre producción en la que apenas aparece en un par de secuencias antes de ser convenientemente destripada por los monstruitos de la función... A Jenna la acompañan Taylor Hayes, Chasey Lain y Ginger Lynn, siendo esta última la única que no enseña carne y, curiosidades de la vida, la que acaba resultando mejor actriz de las cuatro.

El título alternativo de "Evil breed" fue "Samhain", palabra irlandesa para designar la fiesta de Halloween (antes conocida como "Todos los Santos", pero claro, "Halloween" es mucho más cool, dónde va a parar...). Es en esta época cuando un grupo de jóvenes se traslada a una cabaña en la campiña irlandesa para, en compañía de su profesora, estudiar el folklore y las leyendas relacionadas con los antiguos druidas. Poco imaginan que la noche anterior a su llegada, dos campistas han sido asesinados por una familia de mutantes caníbales e incestuosos (¡¡la originalidad al poder!!), y que ellos no tardarán en correr la misma suerte.

Bodrio infumable donde los haya, la película comienza con una escena de sexo light entre los dos campistas antes mencionados, interpretados por Chasey Lain (en tiempos esta chavala me ponía bruto... hasta que descubrí que no hacía anal y rehuía los faciales. Y es que a cualquier cosa le llaman pornostar...) y un irreconocible Richard Grieco (irreconocible al menos para mí, que apenas había vuelto a saber de él desde "Jóvenes policías" y "Mobsters"), con un look que me recordó al Mickey Rourke de antes de "Sin City" (es decir, con pinta de chuloputas borracho y drogadicto...).

Ginger Lynn interpreta a la madre de un friki local, en el que es el personaje con más minutos en pantalla de todo el elenco de ex-estrellas porno que se da cita en este film, a la vez que el único personaje cuya muerte realmente te molesta algo (no mucho, no crean...). Lynn es posiblemente la actriz que ha gozado de un mejor devenir en el cine comercial, apareciéndo en títulos como "Arma Joven II", "Los Renegados del Diablo" o una de las entregas de "American Pie". Tal vez por eso sea la única que no necesita enseñar chicha y la que mejor parece desenvolverse ante la cámara sin tener una polla en cada mano... Taylor Hayes interpreta a una moza americana a la que las criaturas utilizan como "paridera" (¿existe esta palabra?). No he visto muchas pelis de Taylor, ya que su momento de gloria me pilló demasiado jovencito, pero he de decir que no la recordaba tan inexpresiva. O quizá sí, quién sabe...

Y llegamos a Jenna, la gran Jenna, la diva que, no hace mucho, renegó de la industria que le dio la fama y nos dejó a todos con las ganas de ver un anal suyo en una película... Jenna interpreta a una amiga de los campistas del principio, que anda buscándolos por el bosque ligerita de ropa. No se vuelve a saber de su personaje hasta que, cerca ya del final de la peli, aparece cautiva de la familia de monstruitos. Como no podía ser de otra forma, la atan a una mesa y le quitan la ropa (permitiéndonos comprobar que, en 2003, año de rodaje de esta peli, aún no estaba anoréxica y/o no se metía demasiadas drogas...). A continuación, en la escena más hilarante de la película, es destripada (¿y esto es hilarante? se preguntarán algunos... sigan leyendo, por favor) y uno de los mutantes decide "probar la mercancía"... mala elección, ya que el pedazo de la anatomía de Jenna que elige llevarse a la boca no es otro que... ¡¡¡¡uno de sus implantes de silicona!!! Sólo por ver al monstruo mascando el implante como si fuera chicle, para a continuación escupirlo tras comprobar que no es comestible, merece la pena ver esta peli.

Bueno, vale, exagero. Este bodrio no merecería la pena ni aunque por verla te regalaran una noche con la pornostar de tu elección. Pero comprobar que la diva es capaz de reirse de sí misma le reconcilia a uno con el género... el que sea...

No hay comentarios: