La polémica del momento es la que enfrenta a los partidarios de porno tradicional contra los fanáticos del gonzo, que es la tendencia que puso de moda hace unos años el realizador y productor John Stagliano con la serie Buttman. Básicamente, el estilo gonzo consiste en grabar encuentros sexuales con distintas chicas de la forma más casual posible, en primera persona e improvisando sobre la marcha. Uno de los trucos narrativos más utilizados por los gonzistas es la visita turística a ciudades como Praga y Budapest, actuales capitales mundiales del porno; otro recurso muy manido es el del casting de jóvenes debutantes.
El realismo de las situaciones se acentúa filmando en lugares públicos, habitaciones de hotel, casas particulares e incluso vehículos alquilados para la ocasión. En el gonzo, las escenas de sexo duran lo que tengan que durar. Nadie se preocupa demasiado por el artificio. Ni luces ni filtros ni trucos de montaje: cuanto más fresco y descarado sea el resultado, mejor. En su día, el realizador danés Lars Von Trier, autor de joyas como Rompiendo las olas y Bailar en la oscuridad, confesó haberse inspirado en el gonzo para redactar las 10 normas de su manifiesto Dogma 95.
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